Hoy, seguramente después de muchos años, la Tierra es la más feliz en su día.
En el último tiempo, hemos escuchado y dicho repetidamente la frase “el mundo después de esta pandemia no será el mismo”, pero definitivamente depende de nosotros que lo transformemos en un mundo mejor. Hemos sido testigos de los cambios positivos en nuestro entorno natural y nos hemos tenido que “distanciar socialmente” de la naturaleza, para darnos cuenta que cada uno de nosotros sí influye y genera una huella. Sin embargo, el confinamiento humano no es sostenible y tampoco es la solución a los grandes desafíos ambientales que tenemos globalmente.
La pregunta es: ¿Qué podemos aprender y aplicar del período de cuarentena, para hacernos cargo de estos desafíos?
Empecemos por comprender que la buena salud de la naturaleza es indispensable para la salud humana. Mantener este equilibrio es lo que evitará, en gran medida, una próxima pandemia. La Tierra es nuestra casa, nos provee de todo lo necesario para que la vida humana y silvestre sea sostenible. En la medida que entendemos que todos somos parte del mismo ecosistema, también comprendemos la relevancia de cuidarnos.
La innovación es pieza clave. Estamos cuestionando nuestros hábitos de producción, consumo y de vida, hoy más que nunca, es esencial innovar para crear nuevos modelos, impulsar una economía diferente que cambie la oferta y que sea sostenible para el planeta. Gran parte de lo que nos motiva a aquellos que trabajamos en innovación, es usar el recurso de nuestra mente para crear y generar cambios. No es fácil, requiere adaptación, un esfuerzo colectivo en nuestra cultura, ser firmes y mantener los nuevos hábitos y métodos.
Un ejemplo aplicable es la digitalización y teletrabajo. Estas herramientas y prácticas, permiten reducir la necesidad de transporte, industria que genera la mayor cantidad de contaminantes ambientales. Hoy nos estamos dando cuenta que es posible reducir viajes internacionales, interurbanos y de desplazamiento cotidiano, y aún así seguir cumpliendo con el trabajo, a veces, mucho más efectivo. El sólo hecho de reducir los tiempos diarios de desplazamiento, genera menos tráfico, mejor calidad de vida, fidelización de los trabajadores, menos accidentes de trayecto y menos muertes por contaminación atmosférica, las que suman 7 millones en el mundo, según la OMS.
La invitación está hecha y es hacernos cargo. Impulsar una economía diferente, que cada acción y decisión considere las tres aristas de un equilibrio sostenible: la económica, la social y medioambiental. Usemos la información disponible, seamos innovadores y seamos partícipes de la creación del futuro, utilicemos métodos eficientes, tecnologías limpias y conciencia social. Esto está en nuestras manos.»